El manglar es el nombre común que reciben las formaciones vegetales siempreverdes que se desarrollan en los limos litorales salados y móviles (en plena zona de influencia de las mareas: estuarios, lagunas y ensenadas) presentes en la zona intertropical. A pesar de la pobreza del suelo, se trata de uno de los ecosistemas más productivos, en el que existe además una gran riqueza faunística. El manglar es un bosque bajo, que no suele sobrepasar 15 m de altura, aunque en algunas zonas, que coinciden con la desembocadura de los ríos, llega a alcanzar 30 metros. Está constituido por árboles de troncos rectos y esbeltos que presentan raíces aéreas que sirven de sostén a la planta, que pueden superar los 5 m por encima de la base.
Los mangles suelen tener un porte arbustivo, muy ramificado, y presentan un gran número de raíces zanco para fijarse al fango, y de raíces respiratorias o neumatóforos. Estos dos tipos de raíces quedan al descubierto durante la bajamar y forman un entramado que alberga y proporciona refugio a multitud de especies animales, como peces, aves, reptiles y mamíferos. Además, constituyen zonas de apareamiento, cría y alimentación para gran número de peces y de invertebrados marinos. Por otra parte, brindan protección a las zonas costeras contra mareas altas y huracanes. Recientemente, la importancia de los manglares ha aumentado al encontrarse que son “trampas de carbono”, uno de los gases de efecto invernadero, por lo cual su conservación contribuye a reducir el calentamiento global.
Por otro lado, con el paso de los años más recientes, los procesos físicos que explican el sistema climático de la Tierra están mejor estudiados y más ampliamente entendidos. El clima de nuestro planeta está determinado por varios factores, procesos e interacciones a escala mundial. Los elementos importantes incluyen la biosfera, los océanos, los hielos, las nubes y la forma en que todos ellos interactúan. Un fenómeno importante en la atmósfera terrestre es el bien conocido “efecto invernadero.” Este efecto natural es responsable de las condiciones confortables de vida sobre la Tierra, con una temperatura media global de 15 ºC. Sin atmósfera, la temperatura media podría ser aproximadamente 30 ºC mas baja. Actualmente, los seres humanos son también un componente en el sistema terrestre, direccionando y acelerando el calentamiento global a través de la intensiva liberación de los llamadas gases de efecto invernadero (GEI) dentro de la atmósfera.
El efecto invernadero es un término que se aplica al papel que desempeña la atmósfera en el calentamiento de la superficie terrestre. La atmósfera es prácticamente transparente a la radiación solar, absorbida por la superficie de la Tierra. Gran parte de esta radiación se vuelve a emitir hacia el espacio exterior con una longitud de onda correspondiente a los rayos infrarrojos, pero es reflejada de vuelta por gases como el dióxido de carbono, el metano, el óxido nitroso, los clorofluorocarbonos (CFC) y el ozono, presentes en la atmósfera. Este efecto de calentamiento es la base de las teorías relacionadas con el calentamiento global.
El contenido en dióxido de carbono de la atmósfera se ha incrementado aproximadamente un 30% desde 1750, como consecuencia del uso de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón; la destrucción de bosques tropicales por el método de cortar y quemar también ha sido un factor relevante que ha influido en el ciclo del carbono. El efecto neto de estos incrementos podría ser un aumento global de la temperatura, estimado entre 1,4 y 5,8 ºC entre 1990 y 2100. Este calentamiento puede originar importantes cambios climáticos, afectando a las cosechas y haciendo que suba el nivel de los océanos. De ocurrir esto, millones de personas se verían afectadas por las inundaciones.
Los impactos con mayor probabilidad de ocurrencia debidos al cambio climático son varios, pero enfocándose a las zonas costeras podemos mencionar el incremento de la incidencia de elevados niveles del mar y la creciente intensidad de ciclones tropicales, los cuales a su vez pueden ocasionar los siguientes problemas:
Ambientales: salinización y muerte de los ecosistemas costeros; daño a la vegetación silvestre y a los cultivos; alteraciones ecológicas debida a deslaves y fuertes vientos.
Sociales: salinización de los sistemas de agua de riego y potable; disminución en la disponibilidad de agua dulce para consumo humano; incremento en el riesgo de muertes y lesiones debido a deslaves; incremento de la emigración; incremento de las enfermedades contagiosas; desordenes mentales debidos al stress post-traumático.
Económicos: incremento de los costos de infraestructura para la protección de la costa y de la reubicación de las poblaciones humanas; retiro de las aseguradoras privadas en áreas vulnerables por lo que los riesgos altos no estarían cubiertos; pérdida de las propiedades de los pobladores locales.